Crecimiento económico, estructuras y mentalidades sociales en la Europa del siglo XVIII. Las transformaciones políticas en la España del S. XVIII.


El pensamiento en la Europa del siglo XVIII

El pensamiento del siglo XVIII está dominado por las ideas que divulga la Ilustración a través de la Enciclopedia, que publicarán Diderot y D’Alembert, y donde se destacan los argumentos racionalistas.

Pero la ideología política y filosófica que dominaba en el momento era el absolutismo monárquico, cuyo máximo representante es Hobbes: el despotismo ilustrado.

En las cuestiones económicas la ideología dominante era la de los fisiócratas, que afirmaban que la riqueza de un país estaba en la agricultura: en la naturaleza.

La economía

En Inglaterra primero, y en todos los países después, se hace un esfuerzo por acceder a la industrialización, pero sin haber abandonado todavía las estructuras económicas del Antiguo Régimen.

En el siglo XVIII, y con motivo de la industrialización, se imponen nuevas formas de organización del trabajo, que serán la base de la revolución industrial.

La industria

A pesar de que en este siglo comienza el despegue de la industria, para la mayoría de la población la agricultura sigue siendo la base de su economía, y de la riqueza tanto nacional como doméstica.

Otra de las características del siglo XVIII es la monetización de la vida. Todo se paga con dinero, aparece el papel moneda y se crean los primeros bancos nacionales.

La industrialización, incipiente, implica unas nuevas formas de organización de la tarea, entre las que destaca la división del trabajo, muy efectiva para el aumentar la productividad en la fábrica. En la mayoría de los países la industrialización es impulsada desde el Estado, con la creación de las reales fábricas.

La industria textil es la más representativa del proceso, ya que es la primera que se desarrolla. La industria, en un principio, tiende a instalarse en zonas rurales.

El comercio marítimo

El comercio internacional del siglo XVIII se caracteriza por el proteccionismo que practican los países. La mayor parte del comercio internacional se hace por mar.

Desde 1785 se permite el libre comercio con América en todos los puertos. Las medidas proteccionistas que intentan poner todos los países se ven debilitadas por las guerras y los tratados de paz.

Se hacía un comercio internacional triangular entre África y las Antillas con esclavos negros, de las Antillas a la metrópoli con mercancías de alto valor, y de la metrópoli a África con mercancía barata.

Los convoyes dejan de ser empresas en las que los propios navegantes son capitalistas. Los financieros pasan a ser grandes compañías, anónimas, y los navegantes se convierten en personal asalariado.

El comercio con Oriente se especializa en el transporte de especias y té, mercancías en las cuales la hegemonía británica es indiscutible desde 1757.

Los mercados europeos

El comercio francés es el que más orientado a Europa está, gracias a su especialización textil. Centro Europa es el gran mercado de granos. El sur de Europa proporciona grano y frutas y verduras, e Inglaterra y los Países Bajos los productos industriales.

Redes financieras

En el siglo XVIII la circulación de metales preciosos por toda Europa es muy importante, a pesar de que ya no hay un incremento significativo de oro y plata.

Se crean las haciendas públicas y los bancos, en las ciudades importantes, que sólo tienen influencia en su ciudad. Algunos de ellos se conciben con la función principal de financiar al Estado.

La agricultura

La revolución agrícola fue una condición necesaria para la revolución industrial.

La agricultura sigue siendo fundamentalmente autárquica, pero comienza a generar excedentes para alimentar a una creciente población urbana. Los nuevos productos americanos están totalmente integrados en la dieta. Aparecen nuevas técnicas agrícolas, como la asociación de cultivos o el abono ganadero.

En Gran Bretaña, a mediados de siglo se impulsaría la revolución industrial, gracias al traspaso de capitales, fuerza de trabajo y mercancías, de la agricultura a la industria.

El siglo XVIII en España

Transformaciones políticas

A la muerte de Carlos II sube al trono Felipe V, un Borbón. La época borbónica se caracteriza por buscar un Estado más homogéneo, al intentar que toda España tuviera una misma legislación. En 1715 se derogan los fueros de Mallorca, en 1716 los de Cataluña, y se promulgan los Decretos de Nueva Planta.

Las Cortes españolas se habían dejado de convocar en el siglo XVII. También se extinguen las diputaciones y se crea una nueva oligarquía política encabezada por el corregidor.

Los antiguos consejos colegiados que asesoraban al rey, se convierten en secretarios de Estado y de Despacho, es decir, en cargos unipersonales. En el ámbito local se crearon los intendentes, para la hacienda, la justicia, la policía y el ejército.

El reformismo borbónico

Durante el siglo XVIII se producen continuas denuncias de los ilustrados sobre la situación del campo en España, la industria, la educación, la cultura etc.

Se imponen en Aragón los Decretos de Nueva Planta: una nueva organización política del reino. La Administración borbónica crea las Cortes de España, suprimiendo las de los distintos reinos.

La pragmática borbónica tiene carácter universal, cosa de la que carecía la de los Habsburgo. Este carácter universal permite que exista una única legislación para toda España.

El sistema fiscal siguió estando separado en los diferentes reinos. También en la participación en el Ejército continuaron los privilegios.

Los conflictos con la corona son frecuentes ya que esta intenta, por todos los medios, recuperar los derechos que están en manos de las instituciones de los diversos reinos.

En 1757 se liberaliza el comercio con América, concediendo libertad de comercio a distintos puertos.

Ordenamiento del territorio

Los Borbones hacen una nueva división del territorio. Se divide el país en capitanías generales, que tienen funciones gubernativas y judiciales, al frente de las cuales está la audiencia.

Se establecen 25 provincias, herederas de los avatares de la Reconquista y la Administración austríaca. Por debajo se crearon 81 corregimientos agrupados en 10 partidos, al frente del los cuales se puso un superintendente.