HUELLAS: LA TÉCNICA DEL RUTENIO SOBRE PIEL HUMANA


La superficie cutánea humana resulta poco apta para el revelado de dactilogramas latentes dejados sobre ella; no obstante, se han producido diversos avances científicos respecto al tema que hacen que cada día estemos más cerca de lograr la estandarización de un proceso técnico que aúne las necesidades criminalisticas con las imposiciones legales.


Si bien es cierto que se han realizado diversos estudios sobre esta materia en la comunidad criminalística y que éstos se centran, básicamente, en la utilización de técnicas y reveladores físicos y químicos ya conocidos de forma generalizada –vapores de cianocrilato, transferencias de yodo-plata, transplante directo de polvos magnéticos, reflectancia ultravioleta intensificada, autoelectronografia, etc.– no lo es menos que uno de los más interesantes es el del uso del tetróxido de rutenio (RTX o según su fórmula química RuO4), ya que, al parecer, es el que mejores resultados ha conseguido en el laboratorio.


En el presente trabajo se recogen mis reflexiones personales sobre el uso práctico de los resultados, conseguidos a partir del trabajo de laboratorio en el que se utilizó el RTX vaporizado sobre los dactilogramas latentes dejados sobre la superficie cutánea humana, dado que no existe prácticamente bibliografía sobre este tipo de revelado.


En general, los organismos públicos internacionales relacionados con el ámbito médico o policial muestran un gran desconocimiento sobre la materia en cuanto a la difusión de las nuevas técnicas de revelado de estos peculiares dactilogramas se refiere, no se sabe muy bien si por pura ignorancia o movidos por espurios intereses.


Por todo ello, y en cualquier caso, creo que no estaría de más el acercamiento somero a una de esas técnicas de revelado de dactilogramas como es la vaporización con el RTX de la superficie a tratar; en este caso, la epidermis humana.

HISTORIA


El rutenio –en latín Ruthenia, que significa Rusia– es un metal poco abundante del grupo del platino y se emplea, normalmente, como catalizador en algunas aleaciones de platino y paladio utilizadas en contactos eléctricos –al objeto de endurecerlas y conferirlas alta resistencia al desgaste– así como elemento de las aleaciones de titanio; por ejemplo, en las estilográficas para hacerlas más resistentes a la corrosión.


Fueron varios los investigadores que realizaron experimentos con los metales del grupo del platino, si bien –al parecer– sólo uno logró finalmente aislar el rutenio, por lo que se puede concluir que es un metal cuyo descubrimiento se le atribuye a Kart Klaus en 1844, encontrándose de forma poco abundante y localizado geográficamente en América y los Urales.

PROPIEDADES


Tras su vaporización en el laboratorio, el RTX reacciona con el material sebáceo de los dactilogramas latentes –que además están compuestos de sales minerales y aminoácidos– haciendo éstos visibles para su posterior fotografiado.


Resultan interesantes las superficies donde se puede trabajar con el RTX entre las que se encuentran tanto las no porosas –metales, vidrio– como las porosas –papel termal, cuero, madera, tela, paredes y piel humana– llegando incluso a las superficies mojadas.

PRECAUCIONES

Para concienciarnos de la peligrosidad de todos sus compuestos, baste mencionar que el rutenio 106 se ha utilizado –de 1945 a 1980– en las pruebas atmosféricas de armas nucleares de países como Estados Unidos o China. Este otro compuesto del rutenio es un radionucleido de larga vida que produce el aumento de riesgo de cáncer.


Por otra parte, y en honor a la verdad, también es cierto que entre las aplicaciones más novedosas y beneficiosas para el ser humano descubiertas, nos encontramos con la actividad antitumoral de algunos compuestos organometálicos del rutenio.


Por todo ello, habría que decir que el RTX es muy tóxico ya que puede ser carcinógeno y se puede acumular en los huesos si éste se ingiere, además de ser muy inestable y poder llegar a explotar a temperaturas altas (a partir de 180 grados). De esta manera, en su manipulación se deben extremar las medidas de seguridad, lo cual no es algo que nos sorprenda pues esta contingencia la suscitan igualmente otros productos que se han venido utilizando comúnmente en criminalística, como el carbonato de plomo –también conocido como cerusa o albayalde– para el revelado de dactilogramas o los vapores que provienen de la detonación de los pistones alojados en los cartuchos de muchas de las armas de fuego del mercado –contienen fulminato de mercurio u otros productos químicos– debido todos ellos a su toxicidad.

APLICACIÓN TÉCNICA


En primer lugar tenemos el aspecto temporal de esos dactilogramas latentes sobre la piel humana ya que –como las grasas, sales minerales y aminoácidos de éstos se pueden confundir con los de los contenidos en la piel sobre los que se han depositado– tenemos un margen de tiempo muy breve para actuar. En concreto tendríamos “hasta ocho horas después de su depósito” (Dolci, 1992), por lo que el protocolo de actuación en estos casos debería ser muy preciso.

En segundo lugar, se encuentra el aspecto material; es decir, todo lo relacionado con la superficie a tratar y en el que se han de tener en cuenta –siguiendo el citado protocolo de actuación– lo siguiente:

ELEMENTO SUBJETIVO: Generalmente, se trataría de cadáveres femeninos por muerte violenta y que, además, hayan sido víctimas de delitos sexuales, debido a los demás factores que se mencionan a continuación y en los siguientes puntos.


Ya hemos visto que el RTX es tóxico, por lo que el uso sobre tejido humano vivo sería inviable desde el punto de vista médico-legal. Esto es así por que la piel humana es porosa y, por lo tanto, una vía de penetración a tejidos internos.


Como también sabemos, los metales pesados se acumulan en el organismo –en el caso del rutenio en los huesos– y éstos no pueden ser eliminados, por lo que la pericia policial requeriría de un consentimiento de la víctima del delito por puro paralelismo con el consentimiento médico informado que firma un paciente a la hora de ser sometido a un tratamiento médico-quirúrgico, por ejemplo; sin embargo, legalmente sería inviable dicho consentimiento, dado que no se trataría de que este paciente aceptase un posible riesgo derivado de la pericia policial, sino de que aceptase una certeza absoluta –aunque sea a largo plazo– de un envenenamiento por RTX.


ELEMENTO OBJETIVO (tipo de piel a tratar): Se debería trabajar sobre piel sin vello o pelo. En concreto, ésta sería de las zonas más lisas posibles por lo que nos tendríamos que centrar en aquéllas en las que el agresor haya podido tener más contacto (pecho y nalgas de la víctima). A nadie se le escapa la complejidad que supone el encontrar un dactilograma realizado con la suficiente presión, o sin que se hayan producido arrastres dactilares que hagan imposible su revelado sobre esta superficie, etc. Cierto, pero también hay que tener en cuenta que el esfuerzo que deberíamos realizar se vería recompensado con creces con la plena identificación del autor de los hechos y su enjuiciamiento posterior.


ELEMENTO AMBIENTAL: La exposición del cadáver al calor riguroso, la luz solar extrema o ambientes polvorientos –entre otros factores– harían imposible el revelado posterior de los dactilogramas en cuestión, por lo que se deberían adoptar todas las medidas previas posibles para preservar el cadáver en óptimas condiciones hasta la llegada al laboratorio. El clima frío es el que mejor preserva los dactilogramas, siendo el factor de la humedad ambiental poco relevante a priori, en lo que al uso de este elemento se refiere, puesto que al parecer se ha perfilado además como uno de los mejores reveladores utilizados sobre superficies mojadas.

En tercer lugar tenemos el aspecto procedimental en el que destacan las actividades llevadas a cabo antes, durante y después del revelado de los dactilogramas dejados sobre la piel de la víctima, con relación a la técnica concreta a utilizar con el RTX.


ANTES: Nos encontraríamos con todo lo relacionado con el transporte del cadáver al laboratorio. Es aquí donde se tendría que trabajar a la hora de unificar criterios en lo que se refiere a su tratamiento, pues una vez realizada la correspondiente inspección ocular de los hechos –tal y como se recoge en la Ley de Enjuiciamiento Criminal española– éste se debería trasladar (“levantamiento del cadáver”, según dicha Ley) al Instituto Anatómico Forense para que se le realizara la correspondiente autopsia; en caso de “muerte violenta o sospechosa de criminalidad” como continúa diciendo la Ley para el supuesto que nos ocupa; sin embargo, si esto se realizara así, en el Instituto Anatómico Forense nos encontraríamos actualmente con la inexistencia del laboratorio preciso para realizar la vaporización del RTX además de que, por otra parte, esta pericia debería ser realizada por los especialistas de la Policía Científica correspondientes.


Por lo tanto, las únicas soluciones posibles actualmente serían: o el trabajo conjunto de los especialistas de la Policía Científica y el forense (ya sea en el Instituto Anatómico Forense o en las instalaciones de la Policía Científica) o su trabajo individualizado, cada uno en su sede profesional y según el orden de prioridad de las actuaciones (en este caso la Policía Científica primero, dado ese lapso de tiempo tan corto que requiere la actuación para el revelado de estos dactilogramas).


Una vez decidido a dónde deberíamos llevar el cadáver (además, se me antoja más lógico el trabajo individual –aunque coordinado en todo momento– por ambos equipos de especialistas, por cuestiones tan simples como que los servicios policiales son de prestación continuada las 24 horas del día y los 365 días del año o que su infraestructura es superior) y, tras dar cuenta de ello a la Autoridad Judicial, se debería trasladarlo, teniendo en cuenta los criterios seguidos para otros objetos sobre cuya superficie se han dejado los dactilogramas latentes; es decir, se instruiría convenientemente a los miembros de la Policía Científica para que además de no tocar las superficies a tratar se siguieran todas las pautas de actuación que garantizaran la cadena de custodia del cadáver hasta su remisión al Instituto Anatómico Forense para realizarle la autopsia.


Igualmente, habría que tener en cuenta aspectos como la flexión o la extensión del tejido cutáneo a la hora de efectuar el traslado del cadáver, por lo que éste debería efectuarse como si en realidad se tratase de una persona accidentada viva, con posible lesión medular, al objeto de minimizar el posible deterioro de los dactilogramas latentes.

DURANTE: En este apartado destacan las cuestiones técnicas y las de prevención de riesgos laborales de acuerdo con la normativa vigente.


Dentro de las técnicas tenemos la que se refiere a las dimensiones de la campana de vaporización del RTX puesto que o bien ésta es tan grande como para poder alojar un cuerpo humano en su interior o bien la aplicamos sobre la zona concreta del cuerpo humano pero realizando dicha operación, a su vez, dentro de una habitación con control de la calidad de la atmósfera debido a las más que posibles fugas de parte de los vapores del RTX que provienen del interior de la citada campana, ya que es prácticamente imposible asegurar su hermeticidad al apoyarla sobre una superficie irregular como es un cadáver.


En relación a las cuestiones relativas a la prevención de riesgos laborales, tenemos la obligación de realizar la pericia adoptando todas las medidas de seguridad posibles para evitar accidentes y enfermedades al equipo de especialistas que realicen la pericia policial que nos ocupa; por ello, sería importante el control de la atmósfera a respirar en el laboratorio, o las condiciones de almacenamiento y manipulación del RTX que –como ya dijimos– puede explotar o es venenoso. Por lo tanto, además se tendrían muy en cuenta, entre otros, el uso de material de seguridad como guantes, mascarillas apropiadas y, en su caso, equipos contra incendios.


DESPUÉS: Una vez realizada la pericia policial y plasmada ésta sobre el correspondiente informe técnico policial, se procedería de forma coordinada con el médico forense al traslado del cadáver al Instituto Anatómico Forense, remitiéndole por parte de los miembros de la Policía Científica informe explicativo del producto utilizado –RTX– y su forma de utilización –vaporización– para el revelado de dactilogramas sobre la parte concreta de la piel que se hizo, al objeto de que este facultativo lo tenga en cuenta en lo relativo a las medidas de seguridad en materia de prevención de riesgos laborales que desee tomar respecto a los miembros de su equipo y él mismo, así como para aquellos aspectos relacionados con su informe de autopsia que pudieran verse afectados.


CONCLUSIÓN


Una de las posibles soluciones a tan complejo sistema de tratamiento de estas víctimas, para lo que se refiere al revelado de dactilogramas latentes visto hasta ahora –y realizado con los medios técnicos comunes existentes en la actualidad– podría ser el diseño de equipos especiales portátiles que llegaran a estandarizarse para la realización de la vaporización del RTX in situ.


Actualmente, algunos laboratorios criminalísticos cuentan con vaporizadores portátiles pero sólo se utilizan con vapores de cianocrilato y para objetos de reducidas dimensiones.


De esta manera, con la utilización de equipos portátiles similares, pero adaptados para el uso y forma de trabajo mencionados en este artículo se evitarían los riesgos que conllevan todos los desplazamientos del escenario del crimen, además de la inmediatez que supondría realizar la pericia policial tan pronto como se conoce la notitia criminis.


Por: Fernando Ruiz (España)    www.somecrimnl.es.tl.