La población mundial: modelos demográficos y desigualdades espaciales.


La evolución de la población mundial

La geografía de la población, y el intento de estudiarla científicamente, es muy reciente.

El estudio de la población antigua se hace por medio de fuentes indirectas: series, diezmos, recuentos de fuegos o una supuesta densidad demográfica óptima, para poder vivir en un territorio, cuando las poblaciones estudiadas son muy antiguas.

Existen, para el conjunto de la historia de la población mundial, dos períodos decisivos en los que se dispara el crecimiento demográfico: la revolución neolítica y la revolución industrial.

En realidad no se sabe nada, o casi nada, de cómo fue la transición demográfica del Paleolítico al Neolítico, ni se sabe si fue larga o corta, ni cuánto duró. Pero sí se sabe que la población aumentó. Existen dos teorías que explican el aumento de población en el Neolítico: La tradicional y La teoría sostenida por geógrafos como Ester Boserup.

Desde el Neolítico hasta los albores de la revolución industrial la población crece lentamente.

El régimen antiguo de población

El régimen antiguo de población se define, por la alta natalidad, la alta mortalidad y la dependencia del tamaño de la población de la coyuntura económica. La mortalidad catastrófica tendrá una importancia decisiva en el tamaño de la población.

La fecundidad alta

La alta natalidad y fecundidad parece un hecho cierto, pero no tan absoluto como pudiera creerse.

En la Europa preindustrial, según el método de reconstrucción de familias desarrollado por Fleury y Henry, podemos afirmar que la fecundidad tiende a controlarse, y a reducirse, muy lejos de los máximos biológicos, teóricos y observados.

La mortalidad alta

La mortalidad también fue muy alta, sobre todo la mortalidad infantil, ya que llegó a suponer el 50% de todas las defunciones de un año. La mortalidad infantil actúa, sobre todo, durante los primeros siete años de vida. Una vez superados se entra en la mortalidad ordinaria, y disminuye significativamente.

La mortalidad por causas biológicas, aunque es alta, se considera normal; pero la mortalidad catastrófica puede hacer reducir drásticamente la población.

Será el desarrollo económico el que permita mantener un determinado tamaño de población.

Según los gráficos de Wrigley, si la natalidad se mantiene aparece la mortalidad catastrófica, que puede hacer disminuir el tamaño de la población. Una segunda hipótesis aparece cuando la mortalidad comienza a actuar. La tercera opción es reducir la fecundidad antes de que empiece a actuar la mortalidad catastrófica.

Hay otro mecanismo muy utilizado en las regiones superpobladas: la emigración.

La transición demográfica y el régimen demográfico moderno

El régimen demográfico moderno parece definirse por su baja natalidad, su baja mortalidad (sobre todo su baja mortalidad infantil), y la escasa incidencia de la mortalidad catastrófica.

Con la revolución industrial comienza otro ciclo expansivo de la población, conocido como transición demográfica. La transición demográfica es un período extraordinario de crecimiento de la población. Consiste, básicamente, en el descenso de las tasas de natalidad y mortalidad. La forma cómo se hace este descenso provoca el aumento de la población.

La transición demográfica es el paso del régimen antiguo al régimen moderno de población.

Las causas del descenso de la fecundidad son muchas, pero en la base de todas ellas está el desarrollo económico y la posibilidad efectiva de controlar la natalidad.

Las causas del descenso de la mortalidad son más claras. El desarrollo industrial conlleva el desarrollo científico. Los avances científicos en la lucha contra las enfermedades son notables. También se mejora la alimentación.

Si la transición demográfica hace aumentar la población es porque las tasas, y sus correspondientes curvas de mortalidad y natalidad, se separan, haciendo aumentar el crecimiento vegetativo. Según el modelo típico, hay tres momentos clave en el proceso: cuando comienza a descender la mortalidad, cuando comienza a disminuir la fecundidad y cuando las tasas de natalidad y mortalidad están en sus niveles mínimos.

Según la duración, y su máximo crecimiento vegetativo, Chesnais diferencia tres tipos de transición demográfica en los países desarrollados: El tipo nórdico, el tipo centro occidental y el tipo meridional y oriental.

La transición demográfica, en los países del Tercer Mundo, no fue acompañada del crecimiento económico como en los países desarrollados; lo que implica un desequilibrio grave, y unos problemas de paro, pobreza y hambre, que no hubo en Europa.

El fin de la transición demográfica y el envejecimiento de la población

Una de las características del fin de la transición demográfica es el envejecimiento de la población. Este envejecimiento se ha constituido en un problema para todos los países desarrollados, ya que no se garantizan las medidas asistenciales, ni con el crecimiento económico actual ni con el previsto según el crecimiento vegetativo de la población. El histograma de frecuencias adopta una forma de campana. A este fenómeno se le llama envejecimiento de la población, que desaparecerá cuando se extingan las últimas generaciones de la transición demográfica.

Qué es lo que pasa cuándo termina la transición demográfica es algo que no sabemos.

Ideas y políticas demográficas

Desde el comienzo de los estudios sobre población se diferencian dos posturas opuestas al respecto.

Malthus, en 1798, expone sus ideas: la progresión del crecimiento de la población es, o puede ser, geométrica, mientras que el crecimiento de los recursos agrícolas no puede ser más que aritmético, debido a la ley de los rendimientos decrecientes. Este desfase en el ritmo de crecimiento de la población y la economía provocará, a la larga, problemas de subsistencia.

Los socialistas y los marxistas mantienen que el crecimiento económico y el aumento de la productividad permitirán un crecimiento demográfico

Estas teorías han generado dos tipos de políticas con respecto a la población, las natalistas y la antinatalistas o maltusianas.

Las posturas antinatalistas las encontramos, frecuentemente, en los países del Tercer Mundo con problemas graves de desarrollo y superpoblación.

Las políticas natalistas las encontramos, en la actualidad, en los países desarrollados, con bajas tasas de fecundidad, problemas de envejecimiento y que no desean recurrir a la inmigración.

Las políticas natalistas y antinatalistas suelen responder a momentos coyunturales de la economía.

Distribución espacial de la población mundial

La población mundial no está uniformemente distribuida por todo el globo, sino que tiende a concentrarse en las regiones más ricas, o en aquellas que necesitan mucha fuerza de trabajo para mantener su economía, aunque sea de subsistencia.

Los grandes focos de población son: el Asia oriental, el Asia meridional, la Europa central y el noroeste de Norteamérica. Podemos encontrar otras zonas densamente pobladas en otros lugares.

Existen grandes vacíos demográficos: los desiertos fríos de ambos hemisferios, los desiertos cálidos y áridos subtropicales, las selvas ecuatoriales y la alta montaña.

La emigración

El problema de la población mundial no es el envejecimiento, sino la superpoblación. La migración es un factor de corrección de la población utilizado desde siempre.

Los países desarrollados, con problemas para mantener su aparato productivo, pueden recurrir a la población joven y emprendedora de los países subdesarrollados y compensar, así, las desigualdades.

La emigración puede mantener el nivel de crecimiento de un país de acuerdo con su desarrollo económico.