La península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España Peninsular e Insular.


Introducción

La península ibérica es un país mediterráneo tanto por su ubicación como por su orientación, su organización y su entorno cultural.

Las islas Canarias se encuentran en un sistema biogeográfico diferente, son un territorio volcánico y tropical en el Atlántico.

El relieve

La península ibérica se organiza en torno al macizo hespérico, formado en el Paleozoico.

A comienzos de la Era Mesozoica la cordillera herciniana está totalmente arrasada, y convertida en una penillanura.

La orogenia alpina tiene lugar por el desplazamiento hacia el norte de la placa africana, que comprime los materiales acumulados en los geosinclinales del mar de Tetis y la cuenca central asturiana. Es la responsable de las cordilleras y las cuencas interiores que tras ella se forman.

Con la aparición de estos relieves, en el zócalo, se individualizan una serie de lagos interiores que acumularán margas, arcillas y calizas. Son dos los lagos importantes; uno al norte y otro al sur.

Los movimientos epirogénicos postalpinos generan regresiones marinas que alejan la línea de la costa hasta los límites actuales. La erosión cuaternaria retoca el conjunto de manera importante.

Caso a parte es el de Canarias. Las islas Canarias es un archipiélago volcánico en plena placa africana.

Estructuras del relieve

El macizo ibérico

El macizo ibérico es la estructura más antigua, y por lo tanto la que tiene los materiales más duros. Es el soporte de todo el relieve. Se subdivide en dos países: uno al norte y otro al sur. Ambas formaciones están divididas por el Sistema Central.

La penillanura está fracturada por múltiples fallas. Los ríos se encajan enérgicamente en ella, formando profundos tajos que siguen las líneas de falla.

En el macizo ibérico aparecen, también, relieves residuales de tipo apalachense.

Las cuencas sedimentarias

El sector oriental de la meseta está ocupado por materiales procedentes de la deposición lacustre.

El relieve de la cuenca sedimentaria es de tipo tabular. Existen páramos calizos y campiña arcillosa que aparece tras la erosión de la capa caliza.

Tanto la unidad anterior como esta están surcadas por ríos importantes como el Duero, el Tajo o el Guadiana.

El Sistema Central y los Montes de Toledo

El Sistema Central surge como rejuvenecimiento, durante la orogenia alpina de zócalo herciniano. Su relieve es de estructura fallada, con horst y graben, en la que se encajan los ríos profundamente, siguiendo las estructuras que marcan las líneas de falla.

El contacto con la meseta se hace a través de un amplio glacis de rañas, más tendido en la vertiente norte que en la sur.

Todo el conjunto ha sido retocado por la erosión glaciar.

Los Montes de Toledo también son una estructura rejuvenecida por la orogenia alpina, es un relieve apalachense, puesto al descubierto tras la intensa erosión que afectó a la zona después de la orogenia alpina.

El macizo galaico-leonés

El macizo galaico-leonés también es una estructura rejuvenecida por la orogenia alpina, de la misma manera que el Sistema Central: con horst y graben.

El conjunto presenta un abombamiento escalonado desde el mar hasta las cumbres, que luego desciende hasta la meseta.

El relieve de horst y graben ha formado altas cimas y fosas tectónicas que han sido rellenadas durante el Terciario y el Cuaternario.

El macizo central asturiano

El macizo central asturiano surge de un geosinclinal donde se acumulan materiales, hasta su colmatación, que tiene lugar en vísperas de la orogenia alpina.

El territorio es muy estrecho y cae desde los 2.000 metros al mar. Los ríos son cortos y de gran poder erosivo.

El macizo central asturiano termina en la formación de Picos de Europa, un gran bloque elevado de materiales blandos, caliza, que ha sido intensamente afectado por el glaciarismo.

El relieve cárstico no sólo se presenta en las cumbres sino también en las zonas costeras, que han tenido profundidades pequeñas y que han favorecido la acumulación de caliza.

La Cordillera Cantábrica

Este es un sector de pliegues más débiles que el del macizo central asturiano.

Se levanta sobre los bloques fracturados del macizo herciniano. Son pliegues de cobertera que están revistiendo las fracturas del zócalo subyacente. Sin embargo, los materiales no son alóctonos.

La potencia de las capas calizas y arcillosas no es la misma en todas partes, lo que favorece que, en determinados lugares, aparezca un relieve derivado con sinclinales colgados y anticlinales invertidos.

El Sistema Ibérico

El Sistema Ibérico actuó de borde costero durante las transgresiones marinas del Mesozoico. Comienza en las estribaciones orientales de la Cordillera Cantábrica y se dirige al Mediterráneo.

La orogenia alpina

La orogenia alpina es la responsable del rejuvenecimiento de las estructuras hercinianas pero también de la creación de nuevas cordilleras y depresiones.

La fosa del Ebro

La fosa del Ebro fue un lago interior ya que tiene como obstáculo las cordilleras costeras catalanas. Esta estructura da un relieve de páramos, campiñas y muelas, típico.

La fosa del Guadalquivir

Al contrario que la del Ebro, la fosa del Guadalquivir no tiene un obstáculo que dificulte su salida al mar. Los materiales que se depositaron fueron, mayoritariamente, de facies marina.

El Pirineo

El Pirineo es una cordillera alpina que se extiende desde Guipúzcoa hasta el Mediterráneo, su prolongación más oriental es la isla de Menorca. Es, pues, una cordillera alpina plegada.

En el Pirineo se distinguen tres sectores: el sector axial, el prepirineo y las sierras exteriores.

Las Béticas

Son también una cordillera de origen alpino. Presentan una fuerte disimetría: la parte sur está hundida en el Mediterráneo.

Las Béticas se dividen en tres sectores: las Penibéticas, las depresiones en hoyas intrabéticas y la Subbética. Pero existe también un sector prebético con un relieve directo.

Canarias

En Canarias se da el singular relieve volcánico; surgido en la placa africana, en la intersección entre la corteza oceánica y la continental. Se distinguen tres regiones: las islas centrales, las islas orientales y las islas occidentales.

El clima

Los centros de acción que dominan la península son: el anticiclón de las Azores y la depresión de Islandia, que canaliza las borrascas del frente polar y trae aire polar marítimo.

En invierno nos afectan las borrascas del frente polar que traen lluvias suaves y frías. El tiempo dominante en invierno es frío y seco.

En primavera el frente polar permite la llegada de precipitaciones suaves.

En verano nos afecta plenamente el anticiclón de las Azores. El tiempo es seco, soleado y caluroso.

En otoño vuelve a descender el frente polar, y a penetrar las borrascas y el aire frío polar en formaciones de gota fría.

Las islas Canarias tiene un clima tropical seco y húmedo de gran estabilidad térmica y del régimen de lluvias. El clima canario está dulcificado por la presencia de la corriente fría de Canarias.

Las precipitaciones en la península

Atendiendo a la humedad y al régimen de lluvias, en España podemos distinguir cinco tipos de clima: el clima húmedo marítimo del oeste de los continentes, el clima de transición, el clima seco, el clima árido y el clima tropical húmedo.

Regiones climáticas

Clima marítimo de la costa oeste

Este clima se da en Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Pirineos y las vertientes norteñas de la cordillera costero-catalana.

Clima mediterráneo continental

El clima mediterráneo tiene, en la mayor parte de España, un alto grado de continentalización. Tiene todas las características del clima mediterráneo, pero es más seco y más fresco, pudiendo ser frío en las temperaturas absolutas.

Se caracteriza por la irregularidad térmica y pluviométrica. La mayor parte de las precipitaciones caen en las estaciones medias, durante el paso del frente polar del norte al sur.

Clima mediterráneo costero

El clima mediterráneo de la costa es más benigno, algo más lluvioso y más cálido. La gota fría es característica de otoño.

Este es el clima de la costa levantina, desde Gerona hasta Alicante, y el clima de las Baleares.

Clima mediterráneo del suroeste

Este también es un clima mediterráneo, pero está abierto a las masas de aire húmedo del Atlántico, lo que constituye una diferencia. Es el clima de Andalucía occidental, que está abierta al Atlántico y sin ningún impedimento orográfico.

Clima subtropical seco

Este es el clima típico de las zonas desérticas, que se da en España por razones topográficas y de orientación. Es el clima que encontramos en la franja de las Béticas orientadas al sur-sureste (Murcia y Almería), y en las islas Canarias en las zonas que miran al oeste y en las islas de orientales.

Clima tropical seco y húmedo

Este clima es de tipo tropical húmedo con una estación seca, con precipitaciones regulares y temperaturas suaves y constantes. Lo encontramos en las islas Canarias en las partes orientadas a favor de los alisios y en las montañosas.

Clima de montaña

El efecto que estas diferencias de temperatura y humedad tiene en la distribución altitudinal de la vegetación es trascendental. En la cliserie se suelen diferenciar cuatro pisos: basal, montano, subalpino y alpino, situados a diferentes alturas y con diferentes espesores según las distintas montañas y orientaciones.

La vegetación

La variedad biogeográfica de España es muy notable. Es fruto de tres factores: la complejidad litológica, la variedad climática y la situación de la península en la zona de transición entre dos regiones: la Eurosiberiana y la Mediterránea.

La región Eurosiberiana se divide en tres dominios: Submediterráneo, Atlántico-Europeo y Alpino.

El resto de la península pertenece a la región Mediterránea. Esta es una región muy humanizada. La intervención del hombre ha modificado notablemente el bosque, formando monte claro y dehesa.

En la zona Subdesértica aparecen especies como la palmera, la coscoja, el cactus y otras xerófilas espinosas.

En la región Macaronésica predomina las especies xeromorfas, pero destacan también las formaciones de laurisilva relicta.

La deforestación ha sido un proceso histórico de degradación para conseguir tierras de cultivo y pasto. Tras esto fue necesaria la repoblación.