Fuentes de luz artificial

«El sol produce maravillosos efectos de luz pero siempre esta cambiando su posición y el despliegue de sus colores, se esconde con rapidez y se burla de nosotros justo cuando el tiempo nos apremia. La luz artificial es la alternativa que se ofrece como posibilidad para vencer el imprevisto», señala José J. Marchesi en el Manual Broncolor de «Técnicas de Iluminación Profesional».

 

Fue precisamente para sortear ese ultimo impedimento que Gaspard-Felix Tournachon -el celebre Nadar-, utilizo luz eléctrica en 1861 para hacer un relevamiento fotográfico de las catacumbas de París. Dos años antes había realizado también algunos retratos con iluminación artificial; esto lo convierte en el precursor del empleo de iluminación alternativa, entre los muchos e inigualables méritos de su trabajo.

 

De aquellas experiencias de Nadar hasta llegar a la fotografía ultrarrápida con flash estroboscopico, una técnica desarrollada por el profesor Harold Edgerton hace cuatro décadas, la evolución de las fuentes luminosas fue notable.

 

Hoy en día, sin lugar a dudas, las ventajas del flash electrónico -desde los compactos y portátiles hasta los equipos pesados de estudio- son indiscutibles y están por encima de cualquier otra fuente artificial. Pero que el flash electrónico sea la fuente de iluminación artificial de mayor calidad no significa que no existan otras fuentes de luz idóneas para la fotografía.

 

Esto nos lleva a realizar una descripción de todas las fuentes luminosas con sus propiedades fotográfica que se resumen en: cantidad, color (composición espectral) y nivel de difusión.

 

Lámparas de Tungsteno. Consiste en una ampolla o bulbo de vidrio que contiene cierta cantidad de un gas noble como el nitrógeno -o criptón en las más pequeñas, estando totalmente exentas de oxigeno en su interior.

 

El filamento metálico del interior -por el cual circula corriente eléctrica- actúa como una resistencia y, al calentarse, emite luz de espectro continuo.

 

Existe una gran variedad de lamparas de tungsteno en una amplia gama de potencias, tanto para iluminación en general como para uso fotográfico.

 

Bombillas. Este tipo de lampara tiene una temperatura color de aproximadamente 2.800º K y la vida útil ronda las 1.000 horas. Son inadecuadas para la fotografía color pero en determinadas circunstancias pueden ser empleadas para fotografía en blanco y negro. Es recomendable incrementar la exposición en aproximadamente 1/3.

 

Fotolámparas Tipo B. Funcionan en forma sobrevoltada y la vida útil es de 50 a 100 horas, con una temperatura color es de 3.200º K. Según el gas que utilizan se las conoce como Nitraphot (nitrógeno) o Argaphot (argón). Se fabrican en potencias de 250, 500 y 1.000 Watts. Se pueden emplear sin filtro con película color Tipo B o con película tipo «Daylight» y filtro 80 A. Con película blanco y negro no se necesita filtro pero, al producirse una perceptible perdida de sensibilidad debido a que la luz tiene un menor componente de radiación azul, es necesario compensarla incrementando en 1/3 la exposición. El campo de aplicación que tienen es en la realización de reproducciones, fotografía de mesa, etc.

 

Fotolámparas Tipo S. Están más sobrevoltadas que las anteriores y, por lo tanto, tienen una temperatura color de 3.400º K, reduciéndose la vida útil entre 2 y 15 horas. Existe una variante, la Photofloo Blue (Azul) con ampolla de vidrio coloreada de tal manera que proporciona 5.500ºK. Las tipo S, de ampolla no coloreada, requieren un filtro 80 B. En blanco y negro se aplican las mismas recomendaciones que para las Fotolámparas tipo B.

 

De ampliadora. Diseñadas para la proyección de negativos blanco y negro, en potencias de 75 y 150 Watts, son del tipo B (3.200ºK), con ampolla de vidrio opalino y vida útil de 50 a 100 horas. Se debe tener especial cuidado en elegir la potencia adecuada, en función de la capacidad de difusión de calor del cabezal (este dato figura en el manual de usuario de la ampliadora). Eventualmente, se pueden utilizar además para la realización de reproducciones en blanco y negro.

 

Las fotolámparas fueron durante décadas las fuentes de iluminación convencionales de los estudios, pero terminaron por ser desplazadas por las unidades de flash electrónico, de mayor potencia, emisión espectral exacta y rendimiento constante. Sucede que con el uso el filamento se evapora y se deposita en las paredes interiores de la ampolla, debilitándose y haciendo decrecer gradualmente la temperatura color. Una lampara nueva tipo B –como lo señalamos-, proporciona 3.200ºK pero, luego de varias horas de uso, disminuye hasta llegar a los 2.600ºK..

 

Lamparas halógenas. Con las lámparas halógenas se logra un muy superior rendimiento y se mantiene constante la composición espectral. Se distinguen por tener un elemento halógeno como el yodo, que forma parte de un ciclo muy interesante: al evaporarse el tungsteno del filamento, en lugar de depositarse en las paredes del bulbo, se combina con el halógeno, formando halogenuro de tungsteno que, a su vez, por el calor del filamento, se deposita en este. Por esa razón, el filamento conserva siempre su mismo grosor e irradia una temperatura color constante que varia entre los 3.000º y 3.400ºK según el tipo y modelo.

 

Existen muchos tipos para diversas aplicaciones: con forma de tubo, en «U» y de bulbo.

 

Estas lamparas requieren algunos cuidados especiales: deben enfriarse en forma lenta para que se complete el ciclo de halogenuro y sin vibraciones (que pueden provocar fácilmente que el filamento se rompa).

 

Conociendo la temperatura color que proporcionan y con un filtro de corrección adecuado, es posible utilizarlas para fotografía.

 

Lamparas de descarga. Técnicamente son «radiadores térmicos», en los cuales en una atmósfera con gas a presión se hace circular una corriente eléctrica. De este tipo son, por ejemplo, las lamparas de Cooper-Hewitt que se distinguen por su elevada radiación ultravioleta (se las utiliza en locales nocturnos para producir efectos especiales, conocidos vulgarmente como de «luz negra»). Excepto que se quieran obtener efectos creativos especiales, para la fotografía realista no son adecuadas debido a que producen un espectro de radiación discontinuo.

 

Una variante es la lampara de xenón, que si bien tiene espectro discontinuo, presenta franjas de radiación lo suficientemente próximas como para producir un efecto de luz blanca. Se emplean en equipos de fotocopiado y de reproducción, en proyectores, en la iluminación urbana, etc.

 

Los tubos fluorescentes son otra variante de las lamparas de descarga. Contienen vapor de mercurio a baja presión y en cada extremo del tubo existen electrodos de tungsteno. Producen radiación de espectro discontinuo con apenas una pequeña franja visible. Como las paredes interiores del tubo están cubiertas por una sustancias fluorescente, esta es activada por la radiación del vapor de mercurio, generando la luz.

 

Los tubos fluorescentes son inadecuados a los fines fotográficos aunque existen filtros especiales, denominados FL, para aquellos casos que no existe la posibilidad de emplear otra fuente de iluminación. Además, se tienen que considerar dos aspectos: primero, los tubos tardan aproximadamente entre 5 y 10 minutos -después de encendidos- en dar su máxima intensidad luminosa; segundo, presentan oscilaciones extremadamente breves de intensidad y temperatura color siguiendo los ciclos de la

corriente alterna (50 o 60 ciclos por según el sistema eléctrico), que no se perciben visualmente. Con tiempos de obturación inferiores a 1/30 de segundo existe riesgo de superposición, ya que el momento en que se obtura puede coincidir con el ciclo de baja intensidad. En general, se debería obturar en 1/15 de segundo para que la medición del exposímetro coincida con el caudal efectivo de luz que recibe la película.

 

La aplicación de los tubos fluorescentes se limita a trabajos de reproducción en blanco y negro o para la iluminación de negatoscopios (teniendo en este caso cuidado de que la temperatura color sea de 5.000º K porque, de lo contrario, la evaluación de los valores tonales de la imagen será desacertada).

 

Flash Electrónico. Sin dudas, el flash electrónico es la fuente de luz artificial de uso exclusivo en fotografía. Se caracteriza por su elevado caudal luminoso durante un tiempo muy breve (de 1/300 a 1/50.000 de segundo), temperatura color constante e idéntica a la luz media del sol, reducido consumo de energía, elevada versatilidad  y , además, no produce calor.

 

Gracias a los circuitos electrónicos, los flashes se pueden construir con dimensiones muy reducidas hasta llegar a los modelos de gran potencia para estudios.

 

Los podemos clasificar en: flashes miniatura que van en la zapata de accesorios de la cámara, del tipo manual (los más simples), automáticos y dedicados (tipo TTL, de automatismo interactivo con el sistema de exposición de la cámara); flashes portátiles (automáticos y dedicados) de uso profesional para reportajes y sociales y, por ultimo, los flashes de estudio que funcionan conectados a la red eléctrica  de 110 o 220 V.

 

Debido a que el destello del flash es muy breve, en el momento del encendido de la lampara el obturador debe estar completamente abierto. Con las cámaras de obturador central de laminillas, esto no es ningún problema ya que la película queda simultáneamente descubierta y siempre el destello es más breve que el tiempo de obturación. En cambio, con las cámaras de obturador central, el destello se debe producir en el momento que las dos cortinas están abiertas. Este aspecto es analizado minuciosamente en la parte III del Curso de Iniciación (El Obturador, tipos y funcionamiento, Fotomundo Nº 328, pag. 46-50).

 

Luz Directa y Luz Difusa

 

La ultima consideración que debemos hacer respecto a las fuentes de luz artificial, al margen de su tipo, es la forma como iluminan al motivo, lo cual es de singular importancia ya que determina el carácter de la fotografía.

 

De hecho, casi todas las fuentes de luz -incluyendo al sol- son en si mismas de tipo puntual, es decir, que el haz de luz se dirige hacia el sujeto desde un foco. Cuanto más puntual, intensa y próxima al sujeto se encuentre la fuente, más oscuras serán las sombras y mayor el contraste.

 

Para crear efectos especiales, el algunos casos, es necesario intensificar la concentración del haz de luz como, por ejemplo, se hace con los «spots» en los espectáculos. En fotografía también se utiliza luz concentrada para producir brillos puntuales (en productos, en el cabello de las personas, etc.).

 

Pero la mayoría de las veces se tiene que suavizar, ya sea haciéndola atravesar una pantalla (como las cajas con difusor que se colocan por delante de la antorcha del flash) o rebotándola en una superficie reflectante (un paraguas, pantalla, pared, etc.).

Una de las condiciones que debe reunir cualquier elemento utilizado para suavizar el caudal luminoso es que no debe alterar la temperatura color de la luz. En este sentido, esos accesorios deben ser neutros y, por lo tanto, de color blanco (algunos paraguas son levemente dorados, para otorgar cierta calidez a la escena).

 

Por las razones señaladas, interesa conocer tanto las características intrínsecas de cada tipo y fuente de luz así como la forma que incide sobre el motivo porque en su aprovechamiento y control esta la esencia de la fotografía.

El Magnesio (1)

 

Ya no quedan fotógrafos con los dedos quemados, pero los más viejos conservan en la retina la imagen de aquella bola de fuego, del humo y el olor característico del magnesio.

 

Era un polvo de rápida ignición que se colocaba, cuidadosamente, en un pequeño receptáculo que tenia un mango. Este mango contenía incorporado un «yesquero» para el encendido del «mágico e ígneo polvo». Se producía una explosión que lo iluminaba todo y luego llovía la ceniza. Así se hacían fotografías de interiores antes de la invención de la bombilla de flash y del flash electrónico.

 

El desaparecido Juan Di Sandro, que dedico toda su vida al fotoperiodismo desde el diario «La Nación», entre sus muchas anécdotas recordaba que muchas veces cuando debían hacer fotografías de actos en lugares cerrados, todos se ponían de acuerdo: a una señal abrían al unísono el obturador de las cámaras (la única manera de sincronizar) y solamente uno encendía el magnesio. Expuesta la película, había que cerrar inmediatamente el obturador (por ese motivo, todas las cámaras tenían la posición «B», de bulbo).

 

«Una vez, un fotógrafo acerco demasiado el flash de magnesio a una cortina de la Casa de Gobierno – relató Di Sandro- y terminó por prenderla fuego». A la semana siguiente, «apareció un cartelito que decía ‘Prohibido usar magnesio’, y fue así como todos los reporteros gráficos, incluso los más tradicionalistas, se vieron obligados a empezar con las bombillas de flash».

 

(1) El «Pardo» Menéndez se ha referido, en el pasado, a este hecho. Como pueden ver,

la historia es cierta y ha sido confirmada por Juan Di Sandro.